Serie Coyote Blanco

  • Abrevadero de dinasaurios

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Alas de lluvia


Portada: Teresa Olmedo

Alas de lluvia
Eduardo Villegas Guevara
compilador
(Cofradía de coyotes, 2010)
ISBN: 978-607-7550-24-2

Alas de lluvia reúne el trabajo de 21 poetas que expresan las distintas emociones e implicaciones que la lluvia les provoca. Johanna Aguilar Noguez, Elena Ángeles Romero, Félix Cardoso, Eduardo Cerecedo, Miriam Córdova, Daniel Baruc Espinal Rivera, Aleyda García lagunas, julio García Molano, Eduardo H. González, Estela García Garnica, María Ángeles Juárez Téllez, Noemí Luna García, José Martínez Sánchez, Roberto Mendoza Ayala, Noemí Olvera Ávila, Jacqueline Padilla Uribe, Alejandro Reyes Juárez, Celeste Alba Iris Rodríguez García, María Elena Solórzano, Arturo Trejo Villafuerte, Aura María Vidales y Eduardo Villegas Guevara. Los Creyentes del Manantial Cristalino preguntaban si alguna vez habíamos visto la lluvia. Los poetas responden que no solo la han visto, si no que también la han sentido. Ellos mismos han sido lluvia y en otros casos la han provocado. Sus versos plantean otras preguntas y las respuestas se desprenden de la mágica relación que los hombres guardan con la llovizna, la lluvia y la tormenta. Unos describen la hermandad que se produce entre el cielo y la tierra. Otros se sienten nubes y se presentan como seres que llueven. A su lluvia le llaman lágrimas y se deben a la tristeza o al exceso de alegría. En este repertorio no podrían faltar esas humedades que provocan los deseos: caricias, besos y posesiones son sus relámpagos y truenos. Las lluvias siguen al infinito: son misteriosas si acumulan sombras, melancólicas si llevan los recuerdos a cuestas, mágicas porque evocan al amado y lo sustraen a la distancia. Algunos poemas nos permiten volar y otros nos sumergen en terrenos oscuros y llenos de frialdad… Sorprende, además, que muchas voces sean femeninas y que todas hablen como la misma lluvia. Sus verdades, las de la lluvia y las de la mujer, nos emocionan y nos ayudan a extender los brazos en medio del torrencial para recibir agradecidos los dones de la humedad.
Eduardo Villegas Guevara

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